El rompan filas, en las instituciones castrenses va acompañada de la repetición en tono enérgico de la frase: “subordinación y valor”, que llevan el mensaje de alineamiento disciplinado a la institución y a sus jerarquías, a la vez de darse aliento para actuar con arrojo, cuando las circunstancias lo exijan. Llama la atención que en la gestión de la más alta magistratura de la nación, de un exmiembro de sus filas, como lo es Ollanta Humala, no esté practicando lo que debe haber repetido un sinnúmero de veces.
Sería ligero en afirmar que el excomandante no se muestre subordinado a la majestad del Estado; me quiero referir a las señales de allanamiento total ante su esposa, que nos muestra diariamente y mi observación no es machismo, sino la descripción de una postura atípica. La dama se ha convertido en la gran protagonista, hasta el punto que la clase política lo tiene tan claro, que espera lo que ella diga, para saber la posición del gobierno. No hay viaje que se pierda, sobre todo si es al exterior, que da la oportunidad de relacionarse con otros mandatarios; ni foto de primer plano en las actividades; ni oportunidad para expresarse sobre la coyuntura a través de su cuenta twitter. Y no me vengan con la defensa de esta posición a nombre de la unidad familiar, porque los que votaron mayoritariamente por su candidatura, lo hicieron para que él gobierne, no optó para que lo haga la sociedad conyugal, pues tal figura no existe en la legislación electoral. En cuanto al tema de valor, no voy a poner en duda la valentía de alguien que ha participado en la guerra interna contra el terrorismo, sino a su poca firmeza ante determinadas circunstancias, demasiada cautela. Ya no solo se trata del cambio de su original programa contestatario por una mediatizada hoja de ruta, por la grita de los poderes fácticos o la ratificación de un equipo económico ajeno a él, porque los gremios empresariales lo pedían con altisonancia; sino también por su accionar en circunstancias como las que está viviendo con su vicepresidente Omar Chehade, que le está ocasionando un gran deterioro, sin que decida apartarlo de las filas de su agrupación parlamentaria y exigirle su dimisión del cargo que obtuvo por elección al ir en la plancha presidencial. Recuerde sus pinitos políticos, que le va a ir mejor.